IF … ©

If you nest in your belly

all the seas of the Universe

throbbing in an unknown direction

in the open sea

where the giants never dance …

If you love in your belly

all the lives that rebuild

a refuge harbor of anxiety

unknown until now

in the squalid shadow

where blood bees will never grow

Leaving stars …

If in that space

that springs from distant cities

and it gets lost in furrows

wet with glories and penalties …

if you raise your arms full of hugs

kissing the air

incorporeal

slippery

full of verses

ground tongue

rock lips …

If the hands of the Goddess Mansu are paralyzed

under the belly of sweet mangroves like flake honey

then you will live tied to the boat of the gannets

flying over your belly in mimes

who coo their nests …

José Félix Sáenz-Marrero Fernández

8/21/2018 (traveling blue …)

CUANDO EL VIENTO AZOTA…©

He escrito mucho sobre el viento. Ese que escanea el paisaje desde las alturas. Ese que nace en volandas tras la falda de las Cariatides con alas de mármol. La misma brisa que lleva granos de arena hasta los ojos quebrados del mar. El Alisio que transporta savia roja hasta el Naciente de la vida. Viento que nunca amaina en mis delgadas y retorcidas venas. Mucho me he acordado de él en los días de ocio errante. Supongo que por amparar la sed de saber insaciable que azota y zozobra entre ventanas azules de preguntas insatisfechas.
Sea el Siroco, la Tramontana o el vendaval del Levante… el Cierzo ensordecedor. Sea la brisa descarnada o el Céfiro de los clásicos, el amante Mistral de los poetas. Sea solo la Calma cálida del desierto en la noche, todos se conjugan para contarme al oído sus desvaríos. 

Y no son otros que el ulular de los dioses silbando en las calles con el color zarco e índigo, añil esfuerzo por conectarse con nuestro mundo lleno de alegorías. Este mes de Noviembre me trae a la memoria las tardes de lectura sosegada como cuando leí “La sombra del viento” de Carlos Ruiz Zafón, o las siestas cargadas de música oyendo a Bob Dylan y su guitarra cantándole al “chinook” ardiente de las Montañas Rocosas. Tardes en las que la gabardina se hace abrigo y el sombrero vuela a fuerza de hacer piruetas. Momentos de melancolía que no de tristeza porque donde el aire se arremolina surge una explosión de ideas que hace florecer las flores de mundo en sus acuarelados y diminutos pétalos azulados. Huele al frescor de incipientes aguaceros barridos por el olor a hojarasca mojada. Me recuerdan… todo me recuerda a la mudanza de las copas de los árboles desnudos, la cama acogedora de las horas puestas en la luna escudriñando ese aire movedizo que despierta las ilusiones engañosas. Leí entre golpes de corrientes adversas los poemas de Octavio Paz: 
“Todo es espacio;

   vibra la vara de la amapola 

   y una desnuda

   vuela en el viento lomo de ola.
   Nada soy yo, cuerpo que flota, 

   luz, oleaje; todo es del viento 

   y el viento es aire 

   siempre de viaje.”
Cuando el viento azota la cintura de las calles transporta un sentimiento de fragilidad que solo la pasión puede anclar al suelo. Vivimos con pasión o no vivimos. Todo lo demás es muerte sin sentido. 
“Créeme. No deseo la calma

  porque pierdo con ella 

  la rosa de los vientos

  y me alejo de la tierra

  sin volver a ver a la deriva

  que me aleja mar adentro

  
   Es bueno saber del aire 

   y respirar con sosiego

   aquejado de azul por dentro…
Se va la tarde entre vuelo y vuelo.
José Félix Sáenz-Marrero Fernández
3.11.2017

SIN TÍTULO…

    Dibujaba sonrisas
tenía borbotones de saliva y sangre

seca en el papel 

del corazón 

manchas que bordeaban 

los labios rojos de amar

de amar tanto

que las letras temblaban 

borrosas sospechas

de un principio inalterado

tenía tinta azul en las venas

coágulos escritos 

por el pecho

con la pluma de acero

historia almacenada en el cuerpo

allí donde circula el sol…

j.f.s-m.f. ©

20.9.2017

LA CIUDAD DE LOS POETAS… ©


Te creía entera
global y culta 

epígono de letras

desordenada y confusa

vieja

ciudad de los fantasmas

subida a una nueva atalaya desde las piedras

navegando entre verjas

testamento de crónicas vencidas
Te creía callejera 

alegre y acogida

dentro de la desnudez

donde se clavan las almas

a golpe de machetazos

por los siglos de los siglos

ya sin auroras azules 

vertiginosa

sin tráfico en las venas

madura de estaciones
Te creía de mudanza

de labio en labio 

sonora 

expresiva

tímida 

urbana poesía

de aceras desarboladas

contándome tus cambios

de estaciones
Te creía sola para mí

cuando vacías tus arterias

indecisa

voluble y risueña

cuando las luces tiemblan

parpadean 

guiñan al cielo

descorren el velo 

parques en jaurías

arrabales de ceniza
Te creía enamorada

ardiente

disuelta en los colores

barrida por las nubes

testigo de veladas

quieta

absorta

entretenida

Creía… 
y entonces explotaste en tu euforia

y en la mía.
No me equivoqué al creerte…
José Félix Sáenz-Marrero Fernández
4/9/2017